Ausencias inevitables: Muertes, rupturas, distanciamientos, etc.
Hay cosas en la vida, ciertos eventos que se convierten en el camino que no queremos ver y en las ausencias que no queremos soportar. La separación, en cualquiera de sus manifestaciones, es una prueba para descubrirnos más humanas, más vulnerables y sin embargo, más guerreras.
Tarde o temprano, la vida nos sitúa ante algún adiós que no queremos pronunciar y que nos confronta con nuestras grandes impotencias. Sea el motivo de este adiós, ruptura, el inicio de una nueva vida o la muerte de quienes amamos (que también es el inicio de una nueva vida), la palabra adiós nos anuda la garganta y también el alma.
Por lo general, creemos que soltar es el final de algo, sin darnos cuenta que es el principio de todo. Dejar ir es necesario, cooperar con las ausencias inevitables es básico para mantener la serenidad y poder realizar los procesos de separación desde el amor, la tranquilidad y la paz.
Ante las separaciones, sobre todo si la muerte es la causa de esta, bordeamos los límites de la desesperación, la angustia y la depresión. Lloramos y lloramos como si acaso la muerte o la ausencia real de quienes amamos fuera posible, pasando por alto que nunca muere o se ausenta aquello en lo que creemos aunque no lo veamos. ¿Quién se atreve a afirmar que Dios está muerto? y sin embargo, ¿quién lo ha visto?
El cuerpo físico, los espacios habitados, la voz, el olor, la presencia, no es la totalidad de la persona. Las personas son en esencia espíritu y la muerte es un proceso de trascendencia que los regresa a lo que son, haciéndolos en esta nueva etapa parte del todo. Cuando entendamos la muerte no como un final, sino como un inicio, podemos respirar profundo y en ese respiro, encontraremos a quiénes, físicamente se han ido.
Quiénes amamos, sea cual sea el motivo de la separación, siempre dejan mucho de sí en nosotros. No hay muerte ni hay ausencia para quienes habitan nuestro corazón, aquellos con quienes hemos vivido días, soles, amaneceres y estrellas. Para ellos, debe haber un agradecimiento profundo por lo vivido y una eterna sonrisa que refleje la felicidad que nos han dado.
Viví tu duelo con total libertad. Lloralo tranquilamente, no pidas permiso para llorar, el cielo no pide permiso para llover. En tus días grises, date el permiso de ser gris y en tus días buenos vestite de arco iris. Nada pasa que no puedas manejar. Nada ocurre que no puedas resolver.
Agradecé el vínculo que siempre tendrás con quien partió. Sonreí, soltá, renacé. A vos también te espera una nueva vida al final de este túnel.
Nanci Puertas
Terapeuta Holístico.
Biodecodificadora - Maestra de Reiki
Namaste, Terapias Complementarias.
Amenabar 1213 5to B
3415830570