30 de julio de 2018

Cuando el dolor nos impide perdonar


¿Cuántas veces hemos creído haber perdonado a alguien y es mentira?

En muchas ocasiones, decimos que hemos perdonado, que hemos dejado atrás, que hasta hemos olvidado aquello que nos hicieron o dijeron y no ha sido verdad.

Porque antes de analizar el perdón, deberíamos trabajar con el dolor.

Y no hablo de esos principios muy ciertos de que "nadie te hace nada que vos no permitas", o aquel que dice que "nadie te hace nada sino que depende de cómo lo vivís vos." No, no, no.

Vamos a hablar de la vida diaria en la que alguien hace algo y nos mete en problemas. Alguien que nos miente y nos lastima, etc.
Porque para perdonar, dejar ir y olvidar, necesariamente debemos trabajar primero en la rabia que sentimos, la tristeza que nos agobia, el resentimiento que comenzamos a cargar, nuestro ego herido y derrumbado, nuestra autoestima desaparecida y el ánimo por el suelo con el que vivimos desde aquel día.

De más está decir, que hay hasta hay un dicho que dice: “El tiempo lo cura todo” (suena muy lindo pero no habría tanto estreñimiento ni hemorroides si fuera cierto), o que sacar lo bueno de cada situación es aprendizaje, ja! La cantidad de vesículas que salvaríamos.

Porque una cosa es vivir todos los días pensando y sintiendo que somos seres de luz, pacíficos y serenos para luego volver a casa en la noche para llorar nuestras tragedias de vida y frustraciones.

Y otra muy distinta es volver a sentir esa paz interna que sentíamos antes de la vivencia que nos lastimó.

Que el perdón es lo máximo para sanar, sí, lo es. Pero llegar a un estado de perdón total y pleno, es un camino que puede durar años. Porque bajo esa sonrisa que ponemos todos los días, hay oculta una hostilidad mezclada con dolor o culpa, y mientras no sanemos aquella vivencia, de verdad que no podremos ser plenamente felices o estar totalmente sanos.

No podemos sanar totalmente si negamos lo que Carl Jung llamó “la sombra”, que se trata ni más ni menos del simple hecho de saber reconocer nuestro lado oscuro, nuestro lado débil, imperfecto. Aquel que nadie más que sólo nosotros conoce.

Aparentar que estamos bien, sonreír, reír a carcajadas es como poner barniz sobre polvo.
Funcionará para aquellos que nos miran diariamente, pero no para nosotros.

La liberación comienza en el momento en que reconocemos lo mucho que nos dolió tal o cual situación. En la medida en que reconocemos que nos equivocamos en alguna elección. En la medida en que expresamos nuestra frustración por haber construido sueños que nunca se cumplieron. En la medida en que aceptamos que fuimos los no elegidos, en la medida en que lloramos, gritamos y sacamos esas toneladas y toneladas de dolor.

Debemos estar conscientes de todo el tiempo que hemos pasado sintiendo esa sensación de rabia y coraje por aquella persona que abusó de nuestra confianza, de nuestro amor, de nosotros. Pudiendo ser nuestra madre, nuestro padre, nuestro hijo o hija, nuestro mejor amigo, nuestra pareja, nuestro jefe, nuestro compañero de trabajo.

Intentar justificar a dicha persona o incluso intentar “comprender” el por qué actuó de tal o cual manera, jamás ayudará a liberarte de nada.

Lo más probable es que estas emociones de la infancia, la adolescencia, la juventud o edad adulta, continúen reprimidas, suprimidas y negadas hasta el día de hoy.

Si no hay un lugar en donde puedas re-sentir (volver a sentir) la emoción y expresar el dolor y el temor de ese momento, entonces el rencor o el dolor, pueden quedarse guardados durante años.

En Biodescodificación, sabemos que todos esos sentimientos negativos se somatizan, por eso les hablaba yo de estreñimiento, hemorroides, vesícula. Y podríamos sumar colitis, gastritis, dolor de cabeza, problemas en huesos, etc.

No perdonar puede convertir a una persona tranquila y amorosa en ansiosa, en explosiva, en sarcástica, en depresiva. Porque esa persona vivirá castigándose a sí misma por no saber cómo perdonar.

Para comenzar a perdonar, es necesario empezar a “dejar de negar que estamos mal”.
Es decir, aceptar que seguimos dolidos, lastimados, defraudados, destrozados.
Hay muchas maneras de liberar los sentimientos y espero poder darles algunas buenas ideas para ello. Sé que muchas personas se sienten ridículas hablando frente a un espejo o golpeando una almohada (hasta yo me he sentido así cuando lo he hecho), pero sirve y lo primero que deberán tomar en cuenta para perdonar son cuatro cosas que yo considero básicas:

1.- Como para el inconsciente no existe el tiempo, esa vivencia que los lastimó hace 15 años o la semana pasada, sucedió hoy. Es por ello que “hoy”, ustedes siguen sintiéndose mal.
2.- La persona que debe liberar ese dolor, frustración o rencor no son ustedes, es su niño interior. Es ese niño o niña lastimados por una persona que no los consideró valiosos o importantes.
3.- Si bien es muy agradable culpar “al otro” de todo lo malo, hay que estar conscientes de que también fuimos responsables de lo sucedido, ya sea porque hicimos algo o porque no lo hicimos.
4.- Deberemos considerar nuestro dolor, rabia, ira, tristeza o frustración, no como “algo malo”, sino como sentimientos válidos con carga energética.

Ahora sí. Hay varios métodos y técnicas para trabajar con estos sentimientos con el fin de sanarlos. Obviamente, algunos son más efectivos que otros dependiendo de cada persona.

- Practicar meditación y/o Yoga.
Porque trabajar con nuestra mente y nuestro cuerpo, nos hace redescubrir lo valiosos y fuertes que somos a la vez que sin darnos cuenta, dejamos atrás aquello que alguna vez nos atormentó. No porque no haya sido importante, sino porque energéticamente, descubrís que nada de lo que haya pasado, es más importante que vos, tu vida o tu paz.

- Escribir un diario.
Esto viene siendo algo parecido a hacer una carta de duelo al día, sólo que sin quemarla. Escribir aquello que nos pasa o nos pasó, con todas sus letras. Plasmando por escrito aquello que profundamente sentimos o pensamos, es una manera efectiva de desahogar el corazón. Lo que nos lleva poco a poco a liberarnos y a amarnos y reconocernos objetivamente como seres increíblemente valiosos con virtudes y defectos.
Y tu diario puede comenzar con el día de hoy, expresando que aún cargás con tal o cual vivencia y que vivís dolido por eso.

- Expresar lo que sentimos en un audio grabado.
Sí lo sé, suena loco. Pero grabar un audio en donde parezca que hablamos lo que nos pasó “a otra persona” y grabar con todas sus palabras, llantos o gritos cómo nos sentimos al respecto, para luego nosotros mismos escucharlo, hace que dejemos de ser los protagonistas y pasemos a ser los escuchas para verlo todo desde afuera y descubrir que tal vez, no había sido para tanto.
Imaginá, para comenzar a grabar, que alguien te preguntó: ¿Cómo estás? Y que por primera vez en tu vida dirás en voz alta: “Mal, porque…”
Y allí comenzás a hablar TODA tu vivencia.

Una cosa, también muy cierta y que habremos de aceptar, es que hay personas que no están dispuestas a perdonar.
O tal vez, no están dispuestas a hacerlo ahora ni mañana.

El perdón, es un asunto personal.
Vos no podés invitar a nadie a perdonar, no funciona así. El proceso del perdón es totalmente tuyo, por lo que si aún sentís que no estás listo o lista para hacerlo, está bien. Sé amable con vos y ya llegará el día (o no), en que suceda.

¿Y qué pasa si deseás perdonar pero no podés?
Primeramente, deberás aceptar que es un proceso difícil.
Luego de ello, deberás aceptar que aún seguís enojándote, llorando o sufriendo por aquello que viviste pero que ante los demás siempre fingís estar bien.
Tomar consciencia de cómo ocultás lo que en realidad sentís te hará identificar si fuiste educado para no perdonar, si aprendiste a no perdonar por imitación, si no perdonar es tu manera de alejar a alguien o si no perdonar es una excelente técnica para mantener cerca a alguien, etc.

A veces, sin darnos cuenta, mantenemos un rencor o dolor permanente para ganarnos el aprecio o la consideración de otros.
A veces no perdonamos a nuestros padres, y sentimos que eso nos une a nuestra pareja.
A veces no perdonamos a nuestra pareja, y sentimos que eso nos une a nuestros hijos.
A veces no perdonamos a nuestro compañero de trabajo, y sentimos que eso nos une a nuestro jefe.

Y aquí entramos sin duda, en un asunto Transgeneracional.
Deberás preguntarte si esa persona que sos incapaz de perdonar no es doble de tu padre, tu madre o tus hermanos, y será entonces que podrás identificar el por qué dolió tanto ese engaño, esa mentira, ese error, ese abandono, esa traición.

Incluso puede ser, que esa persona a la que te es imposible perdonar, sea doble tuyo.

Si algo así ocurre, te recomiendo hacer una carta de duelo, en donde expreses que tu impedimento para perdonar a dicha persona, era que no estabas consciente de lo que ella o él representaba para vos.

Así las cosas…

Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco