4 de agosto de 2018

Reparaciones económicas en el árbol genealógico


Seguramente ninguno de ustedes han vivido nada de esto.
Es más, casi casi juro que ninguno de nosotros conocemos ese sentimiento de “no tengo dinero” ¿verdad?

Y aquí sí ni cómo escaparme porque hasta yo misma sé lo que es no dormir, pensando en cómo conseguir más ingresos, ganancias, aumento de sueldo, etc.

Vayamos al principio del principio.
Desde que somos niños y muy poco a poco, comenzamos a tener contacto con esa palabrita “dinero”. Comenzamos a oír frases en casa como “no tengo dinero”, “no nos alcanza”, “cuando tenga dinero”, “cuando le paguen a tu papá”, “cuando le paguen a tu mamá”, y en nuestra inocencia, pensamos que el dinero es sólo un requisito más para ser felices.

Si acompañamos a nuestra mamá o a nuestro papá a la calle, para nosotros es fácil decir: tengo sed, quiero un dulce, quiero un globo, quiero una muñeca, y demás cositas que como niños nos encantan. A veces, la respuesta de nuestros padres es favorable, y sentimos que tener cosas es fácil. Sólo hace falta pedirlas.
Pero llega el día, en que las respuestas más comunes son: “no, no tengo dinero”, seguido de una promesa “cuando tenga te lo compro”.
Así pues, el dinero comienza a ser parte de nuestras expectativas infantiles: “ojalá mi mamá o mi papá tengan dinero, para que me “puedan” comprar tal o cual cosa y yo sea feliz”.

Y no crean que sólo los niños pobres pasan por esto, no. También los niños ricos lo viven porque no siempre los ricos se manejan con “efectivo”.

Así nos van educando y vamos creciendo en una sociedad que nos impone tener cosas, tener más que el de al lado, tener lo nuevo, lo último, lo más moderno.

Poco a poco, la familia y la sociedad nos van instruyendo para luchar por tener y a la vez, para sufrir por no tener.

El problema del dinero, no está en no obtenerlo, no. El problema del dinero, está en dar nuestro 100% de inteligencia, trabajo, esfuerzo, y ver que no llega. O que cuando llega, ya lo debemos o se necesita para otra cosa que no teníamos contemplada.

Ahora, seamos honestos por un momento con respecto a esas creencias impuestas por la familia y la sociedad. Porque ambos nos dicen:
¿Cómo queremos tener un sueldo muy alto, cuando no nos hemos preparado académicamente?

Si ya sabemos que una persona con idiomas adicionales, es posible que tenga ingresos más altos que si sólo maneja un idioma, ¿por qué no estudiamos un idioma adicional?
¿Cómo queremos tener un puesto más alto si le tenemos miedo al éxito, si no nos sentimos capaces de liderar a un equipo, si nos avergüenza hablar en público o si queremos sólo laborar unas pocas horas para luego volver a casa temprano?

Una inmensa mayoría de las personas, se queja y queja de no tener dinero, pero jamás se queja de no haberse preparado lo suficiente.
Es raro escuchar a alguien que diga: yo no tengo dinero porque jamás me apliqué a tomar aquel curso que me hubiera especializado para el puesto de gerente, ni modo, me quedaré de empleado.

Y claro, también existen los que están del otro lado: Yo tengo dos idiomas además del español, tengo maestría, casi termino mi doctorado y no consigo ningún trabajo, dicen que estoy sobre capacitado.

¿Frustrante? Pero claro! Porque una preparación académica, si bien ayuda, no puede contra el gigante de “la herencia familiar”.

Porque aquí está la prueba, de que no importa nuestra clase social y nuestra exagerada o nula preparación académica.
Aquí sólo se refleja “REPARACIÓN TRANSGENERACIONAL”.

Y de pronto vemos cómo nuestro vecino, que tan sólo finalizó la primaria, tiene un puesto de tacos en la calle, tiene más de 3 autos del año, sus hijos van a escuelas privadas y tiene un perro con pedigree.

Y nosotros, que tenemos una maestría en administración de empresas, no tenemos ni para completar el pago de la renta o el teléfono.

¿Será cuestión de suerte? ¿En verdad?

Y vemos, a nuestra ex compañerita de la escuela, manejando una gran empresa de construcción, cuando nosotros la vimos pasar hambre a la hora del lunch y sabemos que jamás entregaba los deberes a tiempo.
Y nosotros, con nuestra amplia lista de dieces y nueves, no tenemos más que un puesto de obreros en donde sólo descansamos los domingos o los lunes y tenemos fantásticos 15 minutos para comer.

¿En serio será suerte? ¿Destino? ¿Karma?

No, no lo creo.

Todo este destino económico, no tiene más que una sola, simple y sencilla razón:
MEMORIAS FILOGENÉTICAS o dicho de otra manera, tu ÁRBOL GENEALÓGICO.

Y no estamos más que pagando las deudas de otro, los derroches de otro, las pérdidas de otro, las carencias de otro, los delitos de otro y eso, no es justo desde ningún punto de vista.

Así que a vos que has pensando que el Universo conspira en contra tuya y que por eso nunca tenés dinero, te explico que no es por la maestría que no estudiaste ni por la maestría que sí estudiaste. Es por tu historia familiar.

- Revisá si en tu árbol familiar, ya desde la línea de tus padres y tíos hay:
*Jugadores y apostadores.
*Hipotecas o préstamos.
*Deudas bancarias y/o créditos.
*Secuestradores, ladrones o asesinos a sueldo.
*El típico amigo que “invita” bebidas o mujeres a los amigos.
*Alcohólicos y/o mujeriegos, que se gasten sus ganancias sólo en diversión o vicios.

- Revisá, si en tu árbol familiar, ya sobre tus padres y tíos hay:
*Disputas por herencias
*Predios, terrenos, fincas, haciendas, propiedades, casas, que se hayan perdido por deudas, por mala administración, por asuntos bancarios o hipotecarios, etc.

Y luego, aunque no haya fechas, ni nombres ni datos, averiguá historias de inmigrantes.
Averiguá si tu familia se originó en Europa, si viajaron a América con dinero o sin él. Si salieron dejando sus pertenencias a causa de una guerra o si lograron venirse con algo de dinero.

Averiguá de esos inmigrantes, cómo fue su llegada a América. Si lograron hacer fortuna o si nunca lograron nada. Si multiplicaron el poco dinero que tenían o si lo perdieron por una mala inversión.

¿Acaso creés que ese alto número de “profesionales de la contabilidad” es una casualidad?

Revisá si en tu familia existe la típica historia del rico casado con la pobre o de la rica casada con el pobre. Investiga si hubo historias de “des-heredados”, preguntá si hubo alguien muy rico que haya dejado propiedades o riqueza, y que éstas hayan sido derrochadas por un tío, mal vendidas, nunca repartidas, etc.

Conforme vayas comprendiendo a dónde ha ido a parar la riqueza de tu familia, irás comprendiendo también, que lo único que vos estás haciendo, es reparar esas historias.
Dicho de otra manera, te han quitado (tu familia y sus historias) el derecho a TENER.

Vos podés levantarte todos los días y esforzarte al máximo, pero comprendé que alguien de tu familia, es el responsable de que jamás recibas ese ascenso, jamás recibas esa bonificación de navidad y jamás recibas un aumento de sueldo por tu gran desempeño. Es más, alguien de tu familia, es el responsable de que seas “un empleado” y no un grandioso empresario.

Y a todo esto, a esta gran carga, hay que sumar el hecho de que estamos programados para ser leales a nuestras familias. Por lo que si tus abuelos y tus padres jamás han tenido un auto nuevo y propio, es casi imposible que vos te visualices teniéndolo o teniendo 3 iguales. Eso sería una “ofensa” para la familia que tanta hambre pasó. Por lo tanto, harás hasta lo imposible por boicotearte inconscientemente para nunca lograr un buen ingreso:
- Yo no voy estudiar, para qué? Mejor ya voy a trabajar aunque gane el mínimo.
- No, la verdad yo creo que no necesito ese curso
- Honestamente yo estoy bien sin coche
- No me gusta manejar, me da miedo
- Coche?, Para qué? Para que luego me lo roben? No mejor no.

Y los mismos pretextos inconscientes para todo, para todo lo que implique “tener más dinero”.

Esas frases de:
- “pasa a tu humilde casa”
- “aquí pobres pero honrados”
- “donde comen dos comen tres”
- “el dinero sólo hace la vida infeliz”
- "el dinero es sucio"
- "etc., etc., etc."

Frases que van pasando de generación en generación, recordándonos que no tenemos derecho a la riqueza, que no la merecemos, que no la necesitamos, que estamos mejor sin ella.
Esa equivocada idea que de que “hay que comenzar desde abajo”….ja! Vaya estupidez! Otro pretexto más para no darnos cuenta de que lo merecemos todo y seguir rumiando que no somos nada, no merecemos nada y debemos adaptarnos, quejarnos y carecer.

Dejemos ya de vivir añorando dinero mientras hacemos todo lo necesario para no tenerlo.
Si querés tenerlo sólo andá por él, y te aseguro que no es en el empleo que tenés ni haciendo lo que hacés. Ya desde ahí, mucho por revisar y cambiar.

Pero primero, averiguá la historia económica de tu familia, investigá, preguntá. Intentá localizar a ese abuelo, bisabuelo, tío o familiar, que heredó deudas y pérdidas.
Luego, analizá su vida, preguntate si vos merecés vivir carencias a causa de esa persona, si vale la pena levantarte todos los días para “no ganar”.
Resentí ese dolor, esa ira, esa molestia y plasmala en una carta de duelo.
Escribí todas las vivencias, experiencias, carencias que vivís hoy en día y el rencor, envidia, enojo que cargas a diario por no tener un extra, por no obtener lo justo, por no tener.
Preparate además, para ir visualizando otras opciones de nuevos empleos, de una vida sin deudas.
Analizá la posibilidad de dedicarte a otra cosa que sí te apasione, que sí te llene, que ames, y que además, te permita extraordinarias ganancias.

Porque “jugar a trabajar” es divertido, pero lo divertido se pierde en cuanto analizás que realmente estás trabajando por nada, por apenas para sobrevivir.

Ah! Y algo importante… muchas veces, damos el 100% de nuestra inversión, tiempo, deseos, sueños a un negocio que ya lleva más de 3 años y no funciona, no me da, al contrario, estoy perdiendo.
O quizá yo planeo nuevos proyectos y nuevas ideas que apenas despegan, no funcionan.
Ojo! Vos que sabés que el mensaje del Universo es: “A ver hasta cuándo descubrís que éste no es tu camino”.
Dale plazos y límites a tus proyectos, negocios e ideas nuevas. Dales un año de plazo para que funcionen. ¿No funcionaron? A otra cosa mariposa, inventá otro sueño y dale nuevamente un plazo. No te quedes eternamente, clavado en una idea que no funcionó, porque tal vez no es ese tu camino y no tenemos más tiempo para perderlo en “esperar”. Imaginá que son campos sembrados, y que las semillas jamás germinaron. Volteá hacia otro lado, buscá semillas diferentes, dales plazo para germinar y movete.