26 de julio de 2018

Programando nuestra vida


Leyendo ahora en las vacaciones a la grandiosa Louise H. Lay, llegue a la conclusión de que efectivamente, día a día programamos nuestras carencias, programamos nuestra suerte, programamos nuestra vida amorosa, etc.

Estamos acostumbrados a manejar erróneamente el lenguaje, los tiempos gramaticales y sin darnos cuenta, nos vamos limitando, vamos cerrando aquellas puertas que desde siempre han estado abiertas para nosotros.

Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos leído aquí mismo en Facebook a personas que publican algo parecido a esto:

“Por favor, les ruego que todos oremos por mi tía que está muy grave en el hospital y va a entrar a cirugía. Ayuden a mi tía orando por ella para que todo salga bien”.

Suena bonito, suena compasivo, suena energéticamente correcto, pero no lo es.
Se está decretando una “gravedad”. Se está decretando una “imposibilidad de lograr”, se está decretando una “poca posibilidad de sanar sin ayuda”. Y claro que la energía positiva de tantas personas ayuda, pero se “asume” sin decirlo, que la tía como puede salvarse puede morir.

En lugar de asumir que sanará, que saldrá perfecta de su cirugía y que es necesario pedir favores en Facebook, ¿me explico?

“Las afirmaciones negativas no hacen otra cosa que seguir creando lo que no deseamos”.

Y puede ser la tía o pueden ser los muebles de mi casa que por más que quiero no he podido renovar. En donde yo vibro carencia: “no tengo para muebles nuevos”, “ni para cuándo cambiar ese sofá viejo”, “veo muy lejos poder ir a una mueblería a comprarme una mesa nueva”. Queremos una cosa, pero pensamos y sentimos otra.

En cambio, si nosotros vibramos en positivismo, los pensamientos, las emociones y los deseos, vibran en el mismo canal, como un trenzado de cabello.

No crean que hablo de un deseo cada 6 meses o cada año, no. Hablo de que cada día, a cada minuto, estamos haciendo afirmaciones incorrectas en todo ámbito.

Queremos un nuevo tipo de pareja en nuestra vida, pero tenemos miedo de no encontrar nadie, tenemos miedo dejar a la persona incorrecta con la que ya llevamos años y para sumarle más incoherencias, volvemos a buscar a “alguien parecido” a lo que conocemos con el pretexto de “ese sí es mi tipo”. Por lo tanto vibramos en “necesito una pareja que me ame verdaderamente”, pero la emoción y el pensamiento es “no creo conseguirlo”, “nadie se fijará en mí”, “no soy lo suficientemente bonita o guapo para que se fijen en mí”, “A ver si dura”, “mejor ni lo intento”, etc.

Entonces, es necesario que comencemos nuestros días con frases positivas, decretos positivos con respecto a lo que realmente deseás en tu vida pero nunca expresándolos, pensándolos o sintiéndolos como un sueño a futuro.

Asumamos que aquello que queremos, YA LO TENEMOS.

Louise H. Lay dice y dice bien, que la mayoría de las personas decimos: “Quiero tener”, “Quiero ser”, y que decretar estas frases a FUTURO, hacen cuánticamente que efectivamente esos deseos SIEMPRE se queden un futuro que jamás llega.

“Quiero tener dinero”, “quiero tener un hombre que me ame”, “Quiero conseguir una buena casa para mudarme”, quiero cambiar de trabajo”, “Quiero ser feliz”, etc.
Pensando, sintiendo y deseando así, nada nunca llegará.

Hay que decir: “Tengo dinero”, “tengo un hombre que me ama”, “conseguí una casa y me mudé”, “cambié de trabajo”, “soy feliz”, etc.
Y de ésta manera, cuánticamente, energéticamente, espiritualmente, entramos en conexión con energías positivas.

Y ojo! No estoy hablando de que mañana se levanten y digan como loritos: tengo dinero, tengo dinero, tengo dinero y que al revisar su bolso y cartera esté lleno de billetes. No.
Estoy hablando de modificar la forma en la que pensamos, sentimos y vibramos todo el día.

Sabernos abundantes, sentirnos abundantes, vibrar abundancia.

Sabernos amorosos y amados, sentirnos amorosos y amados, vibrar amor y con ello recibir amor.

Porque si yo me asumo como abundante y amado, eso atraeré, y no para un futuro lejano sino para el presente.

Si yo ando mendigando el paso de horas extras que se niegan a pagarme en la empresa, en lugar de vibrar en el “ni lo necesito, tengo suficiente”, todo cambia!

Si yo ando mendigando amor y atención de esa persona que ni me valora, en lugar de vibrar en “yo soy perfecto y si quieres puedes irte”, todo cambia!

Y aquí entramos en el tema del merecimiento claro, porque mientras no estemos seguros de nuestra inmensa valía, difícilmente podremos vibrar en positivo.

Han escuchado a esas personas que dicen cosas como:

- Acá estoy ganándome unos centavitos
- Y aunque sea que alcance para alguna cosita

Como si fueran en verdad UNA POBRES PERSONAS SUFRIDAS, desmerecedoras, con la autoestima hasta el suelo.

Porque el merecimiento se aprende, se siente.
Y hay personas que toda su vida crecieron oyendo que la vida es sufrimiento, que no se puede saltar más alto, que nunca se logrará más, que no existe nada mejor, que hay que conformarse.
Qué fea soy, qué tonto soy, qué pobres somos, qué triste es….
Si toda la vida fuimos entrenados para vivir en el barrio más pobre, para comer apenas, para vestir con ropa de segunda… muy difícilmente aceptaremos que merecemos muchísimo más.

Si toda la vida he asumido que no hay oportunidad de estudiar y ser mejor, muy difícilmente disfrutaré de varios años en una universidad o apenas habrá espacio en mi cabeza para la idea de que yo puedo ser un profesional con doctorado, me conformaré con ser empleado y no tener más que el bachillerato.

El merecimiento se aprende, se siente, se practica y para eso existe ese famoso ejercicio del espejo, con el que reforzamos todo lo positivo en nosotros.

El ejerció básicamente consiste en:
“Cada vez en el día que te mires en un espejo, di algo positivo de ti en voz alta”

- Qué inteligente soy, qué bonita o lindo soy, qué trabajador soy, qué fuerte soy, etc.

Vos hacés esto a diario y en menos de un mes, garantizado, tendrás la autoestima más alta de lo que jamás soñaste.

Y si ya estamos haciendo afirmaciones en presente y positivo a diario, y si ya estamos trabajando en nuestro merecimiento y en nuestra autoestima, ya sólo queda “creerlo”, visualizarlo….

¿Les ha pasado que a veces van de visita a alguna casa muy elegante, que les gusta mucho y que lo primero que pasa por su cabeza es algo como: cómo quisiera vivir en lugar así pero yo no creo ser capaz de lograrlo?

Porque ahora no basta con decretar en presente y en positivo, no basta con sentirnos lo máximo. Ahora falta visualizarnos en eso que deseamos.

Si nos estamos vistiendo y peinando para ir a aquella fiesta, visualizate bailando, sonriendo, hablando, feliz.

Si estamos comprando en el supermercado lo que necesitaremos para preparar algún menú, visualizá a todos en la mesa saboreándolo, pidiéndote un poco más, todos contentos y charlando.

Visualizá esa llamada de teléfono, vos respondiendo y del otro diciéndote que fuiste elegido para el puesto que solicitaste.

Visualizate en esa gran mueblería, caminado por los pasillos, y vos eligiendo esos muebles que te gustan.

Visualizá, imaginá…

Y con todo lo anterior, si te fijás, tenés nuevamente 3 elementos para lograr una trenza perfecta, tenés todos los elementos para programar correctamente tu vida:

- Decreto en presente y en positivo.
- Me siento merecedor y grandioso.
- Me visualizo en todo aquello que deseo.

Así las cosas…